Sin duda alguna esa interactividad del usuario en la obra de arte es reclamada por Höllein con su “Everyone is an architect”, todos somos arquitectos y ese cambio de pensamiento empieza por experimentar por la percepción del propio usuario. De esta manera la distorsión visual simbolizada por las gafas se convierte en objeto de interés por parte de algunos arquitectos, y es el propio Höllein quién diseña en 1968 unas gafas desechables que distorsionan la visión según los colores de la bandera de Austria, como apoyo al diseño de su stand para la Triennale de Milán de ese año, que además eran producidas cada 15 segundos por una máquina en la propia exposición, dónde también se exponen claro está su “Architekturpille” y el “Svobodair”.
«Las gafas son un medio para la extensión de la espacialidad limitada de la exposición a las dimensiones urbanas y del mundo" (Höllein, 1968, p.10)
Esa intensificación mcluhaniana de la que habla Höllein es también una búsqueda de intensificación de los efectos espaciales, la misma que producen las drogas, los cambios de escala o la super-gráfica.
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