En 1958 y unido al marco de la Exposición Universal de
Bruselas, aparece el “Atomium”, un edificio proyectado por los arquitectos A. y
J. Pollak y el ingeniero A. Waterkeyn mediante la ampliación en 165x106
veces el modelo molecular de esferas y barras, que albergaba un conjunto de
restaurantes y miradores de apoyo a la exposición y un sistema de
comunicaciones diagonales entre ellos. Una vez más el edificio sin pretensiones
programáticas se convierte en monumento a partir de un cambio de escala de un
objeto, en este caso el modelo nuclear atómico, símbolo de futuro de progreso, que convierte al “Atomium” en símbolo de futuro arquitectónico. La
trasposición de un descubrimiento científico, formalizado en la estructura
nuclear atómica convierte al “Atomium” no sólo en una propuesta de futuro sino también
en un referente posterior arquitectónico para muchas mega-estructuras
posteriores, como evidencia Reyner Banham:
“Sin embargo, más pertinente es el hecho que sus creadores situaron
casi todas la comunicación vertical dentro de los tubos de acero que
constituían las barras de su composición tetraédrica, prototipo admitido de la
situación de escaleras y escaleras mecánicas en los elementos diagonales de
muchas estructuras posteriores, como las de la Plug-In City de Archigram.”[1]
(Banham, 1976, p.40)
[1] Banham, Reyner: Megaestructuras: futuro urbano de un pasado reciente, 1976, p.40.
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