9.10.10

Arqueología del Futuro : un caso español. Conversando con José Miguel de Prada Poole [Carmelo Rodríguez Cedillo] PKMN [pac-man]

Parece imposible que existan tipos como José Miguel de Prada Poole (incluso él aún duda de su posible procedencia extraterrestre). A sus 71 años y apenas jubilado como profesor de la ETSAM (Escuela Técnica de Arquitectura de Madrid), dice tener trabajo pendiente sobre la mesa por lo menos para los próximos veinte o treinta años. Durante los más de cuarenta que lleva como arquitecto, parece haber vivido obsesionado con una serie de “conceptos” que él siempre ha considerado imprescindibles, y que a mí me parecen demasiado actuales (e incluso futuros) para haber sido esbozados, la mayoría de ellos, a finales de los años sesenta y los primeros setenta, en una España cuyo contexto arquitectónico y social era muy conservador (de hecho José Miguel fue expulsado de la Escuela por levantar en el patio de la misma viviendas reciclables de cartón y cúpulas neumáticas). Sin duda estos hechos demuestran que estamos ante un posible caso español de Arqueología del Futuro. Con el fin de comprobarlo, estuve conversando con José Miguel sobre estas “obsesiones” que tantos años llevan persiguiéndole…

La inexistencia del espacio objetivo. Hacia una arquitectura virtual.

En su libro “Las fuentes del espacio”[1], varios capítulos tratan de poner en crisis la realidad objetiva a partir de gráficos de los umbrales perceptivos del ser humano (visión, audición, gusto, olfato y tacto) dinamitando así la predominancia del carácter visual y estable de la arquitectura para aproximarlo a otro de carácter más sensorial, que aprovecha todas las variantes del esquema perceptivo y que puede ser incluso fácilmente manipulado a través de la arquitectura virtual.

“… la idea del arquitecto como hipnotizador aparece relacionada con textos clásicos como El sueño de Polífilo[2] o La vida es sueño[3] dónde es imposible diferenciar sueño y realidad, o proyectos como la Arkitekturpille (1967) o el Svodoair (1968) de Hans Höllein en los que fármacos o sprays de olores pueden generar nuevos entornos artificiales. Cualquier medio real presenta uno equivalente que percibimos, que puede ser simulado a través de cualquiera de sus propiedades sensoriales…”

En este sentido, varios proyectos suyos presentan esa componente de simulación espacial ligada al ambiente, como el Hielotron de Sevilla (1975), una pista de patinaje sobre hielo dentro de una estructura neumática en la que JM había previsto proyectar imágenes e incluso pulverizar olores para así poder patinar por una selva amazónica o un desierto subsahariano. “…Estos últimos nunca llegaron a materializarse a pesar de construirse la pista…”

“… la arquitectura real está finiquitada. Los arquitectos deben emprender el giro hacia lo virtual y su capacidad generadora de espacio. Fachadas que cambian del estilo internacional a un bello mosaico de azulejos árabes, interiores que fácilmente manipulados te hacen despertar en un vergel babilónico y acostarte en una puesta de sol del desierto de Sonora…”

El confort como estado mental

“Si tomamos la temperatura metabólica corporal de cada persona existe un rango de variación que hace que en un grupo de personas en un mismo espacio y a una temperatura de confort convencional determinada, exista un porcentaje que tiene frío, otro que tiene calor y sólo un tercio que esté totalmente confortable. Unido a esas diferencias, las convenciones de confort suelen establecerse en oposición a la temperatura exterior o lo que es lo mismo, un tipo de Noruega que pasea por casa en camiseta cuando afuera nieva u otro de Texas que se arropa con sábana en una noche muy calurosa. Estas determinaciones generan saltos térmicos tan nocivos en el ser humano como los que se producen en desiertos como el del Sahara en invierno, pasando de 40ºC durante el día a los 0ºC de la noche. El confort por lo tanto suele estar más condicionado por convenciones mentales muy difíciles de cambiar que por necesidades fisiológicas de nuestro organismo. De esta manera el control de las necesidades corporales y del mundo sensorial pueden llegar a ser modificadores espaciales”.

En su propia vivienda, José Miguel tiene instalado en cada una de las ventanas un termómetro, que le permite medir los saltos térmicos en las distintas orientaciones, por lo que un subir y bajar de persianas dependiendo de los mismos, le bastan para encender la calefacción un número reducidísimo de días en el crudo invierno madrileño y no necesitar de aire acondicionado durante el verano.

El control de la geometría

“…Al final de todo, la ciudad no deja de ser una forma que engloba dentro de sí otras formas que son los barrios, los distritos, las viviendas, las habitaciones… El sistema cartesiano de ángulos rectos es el único capaz de contenerse a sí mismo de manera ilimitada, por lo cual es el más efectivo para la forma de una ciudad… te lo digo yo, que me he pasado toda la vida construyendo cúpulas, estructuras tensadas y bregando con geometrías complejas…”

Ese rigor geométrico, le ha llevado a José Miguel a escribir una tesis titulada “El Origen de las Formas Repetitivas” y a dedicar gran parte de su tiempo a descifrar enigmas geométricos, que pueblan el espacio de su estudio de maclas entre figuras geométricas o fractales imposibles, así como a desarrollar estructuras neumáticas muy complejas, que fueron publicadas en el libro de 1976 “Pneumatic Structures. A handbook of Inflatable Architecture” de Thomas Herzog.

Arquitectura de mínimos. Arquitectura eficaz.

“...me considero heredero directo de un tipo como Buckminster Fuller y sus ideales de ahorro de energía a través de la teoría de los “esclavos de energía”, que en su libro de 1969 Utopia or Oblivion: The Prospects for Humanity definía como un concepto equivalente a la energía mecánica que un humano podía producir[4]. A partir de estas premisas, una arquitectura de mínimos es imprescindible: mínima estructura, mínimo material, mínima energía… El problema es que cualquier teoría de lo mínimo va en contra del sistema económico actual, que gravita absolutamente en torno al consumo…”

Esta arquitectura de mínimos, José Miguel no la aplica sólo a su arquitectura (con ejemplos de ciudades efímeras como la Instant City o un invernadero cuya estructura son unos canalones modificados para aprovechar el agua de lluvia) sino a su vida: se mueve por la ciudad en una pequeña motocicleta de 50cv (promulga este sistema como el más efectivo para la ciudad frente a grandes infraestructuras como el metro), sube a su casa alojada en un sexto piso por la escalera como gimnasio alternativo o lleva años reivindicando un retrete inventado por él sin el derroche de agua que produce el sistema actual.

“...cuando salí de la Escuela, empecé haciendo viviendas sociales con sistemas tradicionales de ladrillo. Un día llevé a mi hijo de tres años a una de esas obras que estábamos construyendo y después de dar una vuelta por ella, noté que estaba especialmente callado. Le pregunté qué le parecía todo aquello, a lo que respondió: ¿papá, por qué estáis destrozando estas casas?, después de aquello hice un estudio del material que llegaba a la obra y el que salía como escombro que me dejó totalmente estupefacto. Decidí abandonar para siempre ese tipo de construcción para centrarme en sistemas industrializados, mucho más eficaces…”

Sobre el hábitat y la ciudad.

Los estudios sobre ciudad de José Miguel son casi interminables. Él siempre apuesta por cambiar la inercia perdurable de las ciudades actuales proponiendo sistemas con una mayor capacidad de cambio, que permitan la movilidad de sus ciudadanos, que en el presente quedan convertidos en esclavos de las mismas.

“…la ciudad no tiene por qué anclarse definitivamente en un lugar determinado. Ya en la Biblia, el pueblo de Israel formaba una ciudad nómada, que se iba instalando y desinstalando en diferentes enclaves, y que presentaba todos los componentes de cualquier ciudad actual como calles, viviendas e incluso un templo…”

“Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego” (Éxodo 13:21-22).

La apuesta de José Miguel por la industrialización y especialización del hábitat queda muy clara en proyectos como su VEC [Vivienda de Espacio Compartido], una cápsula que va cambiando su espacio interior según las necesidades programáticas de sus usuarios en cada momento o su vivienda Jonás (inspirada también en un pasaje de la Biblia), en la que su estructura inteligente permite a la vivienda ir aprendiendo progresivamente sobre la manera de vivir de su ocupante.

“...el hombre es sobre todo un ser social. A pesar de nuestras diferencias, nos parecemos mucho entre nosotros, lo que justifica las tallas, los estándares, la industrialización. El problema es que éstos van cambiando cada vez más rápidamente con las distintas generaciones, por lo que una revisión de los mismos es más importante que la generación de una gran diversidad que en poco tiempo queda obsoleta…”

Al salir del estudio de Prada empiezo a ser yo el que duda de su posible procedencia extraterrestre (la próxima vez que lo vea buscaré indicios de tentáculos o branquias extrañas) y confirmo su trabajo como un caso español de Arqueología del Futuro. El tiempo le dará la razón.


[1] Las Fuentes del espacio J. M. de Prada Poole ; colaborador G. Carvajal [1977]

[2] 'Sueño de Polífilo' (Venecia, 1499. Es un injerto de poema alegórico de estirpe medieval y enciclopedia humanística de vocación totalizadora, ya que contiene una ingente amalgama de conocimientos arqueológicos, epigráficos, arquitectónicos, litúrgicos, gemológicos y hasta culinarios.

[3] La vida es sueño (1635) Calderón de la Barca

[4] En Estados Unidos el consumo de energía por habitante equivaldría en 2007 a 150 esclavos de energía.

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