En 1965, Gio Ponti relata fascinado los juegos con
proyecciones sobre las paredes y tres balones-lámpara regalo de Noguchi, que
él, los Eames, el crítico de arquitectura Joseph Rykwert y el galerista Sam Kaufman,
realizaron en su propia casa.
“Proyectábamos diapositivas sobre un trozo de muro, alguno, quizá
Joseph Rykwert robó un proyector, la imagen saltó sobre los muros, debajo de
los muebles, sobre el balón enorme; sobre los muros aparecieron ventanas que
hacían entrar el sol, y sobre el balón lo hacían desaparecer y las imágenes se
separaban de la pared. Un prodigio…
… Las paredes se convirtieron en aire, campos, agua…”[1]
(Gio Ponti, 1965, p.52)
[1] “Proiettavamo delle diapositive su un tratto di muro: qualcuno,
chissà, Joseph Rykwert urtò il proiettore, l’immagine saltò sui muri, sopra i
mobili, sul pallone enorme: sui muri aperse le finestre, fece entrare il sole,
sul pallone, lo fece scomparire e le immagini si separano dalla parete. Un
prodigio…
… Le parete diventanva aria, campi,
acqua…”
Ponti, Gio: “Il Gioco
del pallone” en: Domus 06/1965, nº427, 1965, pp.52-53.
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